«Cuando crecemos, progresamos,
conseguimos una victoria
y nos realizamos un poco más según nuestra propia naturaleza,
sentimos alegría».
Frédéric Lenoir. Filósofo, sociólogo y escritor.

La actitud de mejora tiene que ver con el deseo continuado de incrementar la calidad en diversos aspectos de la actividad musical.

Mejorar implica movimiento, esfuerzo bien canalizado y ganas. También en la música. Y lo que más me gusta del concepto es que después, cuando la mejora ha sucedido, se produce algo extraordinario: el sentimiento natural de satisfacción, que reaviva las ganas de hacer música. 

Si te paras a pensar un instante, mejorar en cualquier aspecto de la vida supone un reto. Significa pasar de un nivel de funcionamiento a otro mejor, de un nivel determinado de rendimiento a uno superior. Y conseguirlo supone estar dispuesto a exigirte un poco más para alcanzar el incremento que deseas, puesto que mejorar significa sobrepasar los límites actuales.

Esto resulta necesario porque los sistemas suelen mantener una franja estable de funcionamiento que tiende a la rutina, a moverse siempre en los mismos parámetros. Es muy común sentirse estancado con un instrumento musical o en el canto, y a pesar del esfuerzo no ver los avances. Los mecanismos que usamos no dan más de sí y ello se traduce en una sensación de barco a la deriva en un inmenso mar sin viento.  

Una filosofía de vida

La actitud de mejora representa una filosofía de vida que aporta dinamismo y nos mantiene despiertos. Plantear la mejora en el ámbito musical como un reto, como una ocasión estimulante de alcanzar nuevas conquistas, se convierte en un generador natural de energías y recursos intelectuales, emocionales y físicos. 

Además, como hemos dicho antes, cuando mejoramos en cualquier área nos sentimos mejor. Representa una sensación universal que experimentamos desde bebés y que nos acompaña durante todo el ciclo vital. Cuando en cierta ocasión le preguntaron al célebre violonchelista Pau Casals por qué seguía estudiando a los 90 años, el maestro respondió: «Estudio porque siento que estoy haciendo progresos», lo que nos  aporta una interesante pista en cualquier etapa de nuestra vida. 

Oto extraordinario ejemplo de mejora continua lo representa el pianista Arthur Rubinstein. El paso de los años supuso para él una ganancia progresiva en madurez musical y humana, que se veía reflejada en la calidad de sus ejecuciones. 

Cuando Rubinstein contaba ya con una edad avanzada, su extraordinaria capacidad de adaptación le llevó a ser objeto de estudio por parte de la psicología evolutiva. Como comenta Paul Baltes ¹, investigador del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, cuando el célebre pianista polaco superó los 80 años (llegó a tocar hasta los 91), atribuía el buen rendimiento en sus conciertos a disponer de un repertorio de menos piezas (selección), a practicar esas piezas más a menudo (optimización selectiva), y a cierta picaresca consistente en bajar disimuladamente el tempo antes de llegar a un pasaje difícil y rápido (compensación).

Qué dificulta y qué favorece la actitud de mejora continua.

Si empezamos por aquello que nos aleja de una actitud natural de mejora, podemos hacer una  primera distinción entre un exceso de intención y por el contrario, una actitud conformista o de abandono.  Ninguna de estas dos actitudes favorece la exploración natural y curiosa propia te la actitud de mejora continua. 

Cuando las prisas son excesivas, o el perfeccionismo es insano, bloqueamos los mecanismos de que dispone la mente para encontrar soluciones, para encontrar nuevos caminos con los que avanzar. Del mismo modo, la autocomplacencia o el abandono, mantienen el sistema de mejora en «stand by», en modo apagado o en hibernación. No hay interés por ir más allá. Por algún motivo no quedan ganas de experimentar opciones de mejora.

Si cambiamos de escenario y nos centramos en los aspectos que alimentan una actitud natural de mejora, empezaría por hablar de mantener un equilibrio entre el gusto por la interpretación de calidad y la aceptación de las circunstancias particulares de cada uno. Ni Casals ni Rubinstein eran los mismos con 80 años que con 30. Aceptar las circunstancias actuales, el nivel en el que uno realmente se encuentra en cada momento, establece una línea base saludable sobre la que contemplar los incrementos, las mejoras. 

Partiendo siempre del amor por la música, y manteniendo de fondo este equilibrio entre la calidad interpretativa y la aceptación de las circunstancias, necesitamos recobrar el valor de lo sencillo. Valorar los pequeños incrementos como parte consustancial del proceso natural de aprendizaje. 

La sensación de autoeficacia ², que es uno de los principales y más convincentes motivadores, se construye mejor otorgando valor a las mejoras aparentemente pequeñas: la muñeca está un poco más suelta al realizar este difícil golpe de arco, el sonido en las notas agudas empieza a estar menos apretado, la articulación es ahora más precisa…  

Es evidente que al insaciable crítico que llevamos dentro, esta  mejora evidente le puede parecer insuficiente: – si, muy bien, pero no todo está perfecto y a tempo. Dice él. Tu tarea consiste entonces en detenerte un momento, respirar y contestarle: – gracias por tus consejos, querido «amigo», pero de momento voy a celebrar esta conquista.  

Si aceptas donde estás, y mantienes al mismo tiempo una actitud de mejora continua y progresiva, tienes delante tuyo algo muy preciado. Dispondrás de la ocasión de encontrarte y una y otra vez con pequeñas satisfacciones que te acercarán a una mayor plenitud personal y te aportarán la energía que necesitas para seguir creciendo como músico.

IDEAS PRÁCTICAS

Para mejorar necesitamos motivación, pero también buenas herramientas con las que conseguir el avance. 

  • Escribe en un papel alguna mejora concreta que te interese. Puede ser algún aspecto del sonido, de la interpretación, tu concentración, liberar alguna tensión concreta ….
  • Aunque te parezca evidente, escribe por qué quieres obtener esa mejora. Qué te va a aportar. 
  • Visualízate a ti mismo en primera persona tocando o cantando con esa mejora ya incorporada. Conecta con el afecto positivo de estar en contacto con esa mejora.
  • Escribe los posibles pasos o procedimientos que puedes emplear para ir acercándote a su consecución.
  • A partir de aquí, céntrate en tu trabajo y persevera.
  • Cuando te sientas estancado, persevera un poco más. A continuación tómate un respiro en relación con dicha mejora particular durante un tiempo. Céntrate en otras mejoras. 
  • Más adelante, retoma la mejora inicial y comprueba tus progresos. 

REFLEXIONES

Mejorar el rendimiento musical puede contribuir a mejorar como personas, porque ello implica desarrollar y ampliar habilidades importantes para la vida, como la perseverancia, la flexibilidad, el deseo por alcanzar algo importante para mi.

  • ¿Consideras que tu actitud en relación con tu instrumento con la música se relaciona con una actitud de mejora continua? 
  • ¿Qué aspectos de tu forma de relacionarte con tu actividad musical favorecen la actitud de mejora?
  • ¿Y cuáles suponen un obstáculo para suscitarla?

INFORMACIÓN ADICIONAL

En este vídeo puedes disfrutar de la interpretación del Capriccio Op. 76 Nº 2 de J. Brahms, por Arthur Rubinstein a los 86 años de edad .

Este artículo está basado en el contenido de «Las claves del aprendizaje musical».

____________________________________________

1.- Baltes, P. B. (2003). Extending longevity: Dignity gain – or dignity drain? Max Planck Research, (3), 14
2.- Bandura, A. (1991). Self-regulation of motivation through anticipatory and self-reactive mechanisms. In R. A. Dienstbier (Ed.), Perspectives on motivation: Nebraska symposium on motivation (Vol. 38, pp. 69–164). Lincoln: University of Nebraska Press.
Bandura, A. (1999). Auto- Eficacia: cómo afrontamos los cambios de la sociedad actual. (J. Aldekoa, Trad.) Bilbao: Desclée de Brouwer.