“El movimiento nunca miente.
Es un barómetro que revela el
estado del clima del alma
a todos los que lo pueden leer»
Martha Graham  (1894-1991). Bailarina y coreógrafa.

¿Has probado en alguna ocasión a tocar tu instrumento musical con tapones en los oídos y sin apenas poder escucharte? Puede resultar una experiencia desconcertante. Sin el feedback sonoro de lo que produces, el resultado deja mucho que desear. La afinación no es precisa, el sonido se ensucia y el tempo se ve alterado.

Del mismo modo sucede con las sensaciones internas, las sensaciones que llegan de nuestros músculos en acción. Por absurdo que parezca, muy a menudo mantenemos tapados los «oídos» de la información que parte del interior de nuestro cuerpo. No sentimos con claridad el estado de zonas amplias como la espalda, o de las articulaciones implicadas en un gesto musical. El resultado puede traducirse en posiciones forzadas y en un exceso de tensión que afecta tanto a tu rendimiento como a tu bienestar.

¿En qué consiste la información del interior de nuestro cuerpo?

Se trata de un rico mundo de sensaciones. Cuando les prestamos la debida atención, amplían de forma gratificante nuestra experiencia al hacer música. 

Gracias a esta información podemos: 

  • Localizar las distintas partes de nuestro cuerpo.
  • Organizar la postura con naturalidad.
  • Saber el grado de tensión muscular que tenemos en cada momento.
  • Coordinar los movimientos que realizamos.
  • Utilizar esta información para combinarla con la que llega del oído, la vista o los otros sentidos.
  • Disponer del sentido del equilibrio.

De la misma forma que mejoramos la calidad del sonido o la afinación,  podemos mejorar la libertad y precisión de nuestros movimientos musicales. El primer paso para ello consiste en dirigir nuestra atención y nuestro interés a esta información. Focalizar el funcionamiento de nuestra maquinaria interna.  Con amabilidad, curiosidad y sin interferir en su acción.

Tanto los músculos, como los tendones e incluso la piel disponen de diminutos sensores que emiten constantemente noticias de su estado. Estos diminutos sensores son como los ojos de nuestro interior. La centralita que se encuentra en tu cerebro, procesa a una velocidad inimaginable todos esos datos y actúa en consecuencia. Si prestas atención a esta información y la escuchas con verdadero interés le podrás sacar un enorme partido.

Las sensaciones internas se encuentran al servicio de la propia interpretación musical en un trabajo conjunto con el sentido del oído. No en vano intérpretes, como el gran pianista Alfred Brendel, han afirmado basarse en su memoria muscular y auditiva para llevar a cabo sus interpretaciones.

Desarrollar la consciencia corporal haciendo música

«Con mis alumnos insisto mucho en la importancia de la técnica.
La conciencia del físico y su importancia
para la óptima producción del sonido».
Asier Polo. Cellista y profesor.

Si ejercitas tu consciencia corporal y la conectas con lo que escuchas conseguirás progresos en tu rendimiento y en tu bienestar corporal. En esta apasionante tarea necesitarás probablemente simplificar las cosas e ir a los elementos básicos de tu técnica con el fin de aprender a «escuchar» con precisión tus acciones internas. 

Mientras realizas acciones sencillas (pasar el arco en cuerdas al aire, series sencillas de notas o una escala a un tempo cómodo), siente tu cuerpo, conecta con tus sensaciones internas. 

  • Empieza localizando diversas zonas de tu cuerpo empleando tu sentido interior. Localiza tanto las zonas que intervienen en la acción musical que estás realizando (manos, dedos, muñecas …) como otras que aparentemente no lo hacen (hombros, espalda, piernas…).
  • Cuando te hayas familiarizado con estas sensaciones de localización, da un paso más y comienza a estudiar tu cuerpo con la intención de detectar zonas que trabajen con excesiva tensión o inapropiadamente. Tómate tu tiempo para supervisar con calma y claridad cómo está funcionando tu maquinaria interna. 

Aunque en ocasiones no consigas solucionar del todo alguna posible tensión de más, el tiempo que dediques a esta tarea de consciencia corporal y de ajuste posée un inmenso valor. Considera cualquier pequeña mejora liberando alguna zona y aportándole mayor soltura, como un verdadero logro personal. 

Trata de ganar progresivamente más terreno en tu escucha corporal con aspectos técnicos más complejos. La tarea es la misma que la realizada con  las acciones sencillas que acabamos de ver. La práctica de consciencia corporal que adquieras con lo sencillo, te permitirá una supervisión más eficaz del funcionamiento de tu cuerpo en pasajes difíciles, en los que es más común que aparezca excesiva tensión.

Si desarrollas tu consciencia corporal serás más capaz de desarrollar un  control fluido sobre ti mismo en la actividad musical. Ser consciente de tu cuerpo en la acción musical te ofrece la oportunidad de realizar los sutiles microajustes que son necesarios para conseguir el dominio de una dificultad específica (golpe de arco, articulación, ….), o para adecuarte a una exigencia concreta. En ocasiones puede tratarse de liberar un poco el codo para facilitar el movimiento de la mano, o bien destensar la mandíbula para relajar el sonido. 

Recuerda por tanto que escuchar la información de tu cuerpo en acción es vital para:

  • Detectar cuándo utilizas indebidamente el cuerpo en el proceso de consecución de tus objetivos musicales.
  • Realizar las mejoras pertinentes.

IDEAS PRÁCTICAS

Elige un material sencillo sobre lo que trabajar. Si puede ser de memoria mejor, pues de esta forma tu mente podrá centrarse con mayor libertad en escuchar las sensaciones del interior de tu cuerpo.

  • Comienza a tocar o cantar mientras escuchas con calma la calidad de tu sonido. Escucha su continuidad, la riqueza de armónicos, su proyección, su centro.  Deja que pasen unos segundos mientras tu foco de atención sigue siendo el sonido.
  • Lleva ahora tu consciencia a la sensación muscular que experimentas en tus hombros mientras continúas tocando. Deja que la sensación de los hombros ocupe el centro de tu atención durante unos segundos y comprueba que permanecen libres y abiertos.
  • Cuando hayas experimentado con claridad la sensación de tus hombros sigue y fusiona en tu consciencia la sensación de los hombros con la atención a la calidad del sonido. Si permaneces calmado comprobarás que tu mente puede supervisar eficazmente estos dos aspectos. 
  • Si la experiencia te resulta fácil puedes añadir un tercer foco de atención. Introdúcelo de una forma progresiva. Primero ocupando el centro de tu atención, y posteriormente combinándolo con otras sensaciones.

 

REFLEXIONES

  • ¿Qué paralelismo encuentras entre escuchar los sonidos y escuchar las sensaciones corporales?
  • Después de haber leído el artículo, ¿qué áreas de tu cuerpo supervisarías internamente en especial mientras haces música?
  • ¿Qué llevarías a cabo con el fin de realizar satisfactoriamente esta tarea de observación interna?

INFORMACIÓN ADICIONAL

En este vídeo tienes la ocasión de ver al gran pianista Alfred Brendel presentando brevemente las obras de piano de Franz Schubert, de quien es un reconocido especialista. Es interesante la transición entre su explicación y su ejecución en concierto. 

Este artículo está basado en el contenido de «Técnica Alexander para músicos».